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TRÁFICO DE
INFLUENCIAS PARA FAVORECER A LAS MAFIAS | La tragedia del Chapecoense se gestó
hace dos años cuando el Ministro de la Presidencia de Bolivia facilitó
ilegalmente la creación de una “filial” de Lamia en el país para salvar de la
quiebra al estafador venezolano Ricardo Albacete, una vez que su financiador
chino, el mafioso Sam Pa, fue encarcelado. El avión trágico no tenía capacidad
real para realizar vuelos internacionales. El piloto pandino Miguel Quiroga
nunca fue dueño de esa nave...
Quintana, el padrino de Lamia
: diciembre 7, 2016 | 8:16
El prepotente Ministro de la Presidencia de Bolivia influyó
personalmente para que la Dirección de Aeronáutica Civil cambie su inicial
decisión de no autorizar a Lamia vuelos internacionales. | Foto ABI
El 10 de noviembre de 2014, el entonces Director General de
Aeronáutica Civil (DGAC), Luis Coimbra, advirtió que la venezolana Lamia, al
igual que la boliviana EcoJet, sólo podría operar dentro el territorio nacional
como “taxi aéreo”.
Albacete reclamó a Quintana por esa restricción y el
Ministro de la Presidencia presionó logrando la renuncia del honesto militar.
Quintana puso en el espacio aéreo internacional una ruleta rusa voladora. A
cambio, el estafador venezolano “aportó” un significativo monto para financiar
las “estrategias” de un adicto al poder que no quiere irse cuando termine el
mandato constitucional de Evo…
© Wilson García
Mérida | Redacción Sol de Pando en Rio Branco
Miguel Quiroga Murakami junto al general Gustavo Vargas Gamboa y
el coronel Marco Rocha Venegas, quienes lo coptaron para pilotear en Lamia. Ellos gerentes y él “socio”. | Foto
archivo Sol de Pando
“Yo no hubiera volado directo desde Viru Viru a Medellín” fue la declaración lapidaria
efectuada a muy pocas horas del desastre por el coronel de la Fuerza Aérea de
Bolivia (FAB) Marco Antonio Rocha Venegas, socio del capitán Miguel Quiroga
Murakamy en la aereolínea Lamia, de la cual, además, Rocha es Gerente de
Operaciones. “Nunca volamos al
límite de combustible, velamos por la seguridad de los pasajeros”
mintió el militar a una radio de Argentina el 29 de noviembre, e insinuó con
poco disimulo que el piloto civil era el responsable del horroroso
suceso, desatando con esa revelación una inmediata ola mundial de repudio
contra el piloto pandino. Así, a la muerte física de Quiroga Murakami se
agregaba una desalmada muerte civil, sin más perdida de tiempo.
Simultáneamente, el mismo 29 de noviembre, para
rematar, el general de División Aérea Gustavo Vargas Gamboa, Gerente Ejecutivo
y representante oficial de Lamia-Bolivia, declaró a un medio escrito de La Paz
que Miguel Quiroga no había cumplido el protocolo de reabastecerse haciendo una
escala intermedia antes de llegar a Medellín. En nota publicada el 30 de
noviembre por Página Siete, Vargas Gamboa reveló que el piloto tenía opciones
de hacer escala técnica de reabastecimento en Cobija o Bogotá. “Tenemos que investigar el porqué tomó la determinación de irse en forma
directa a Medellín”, remarcó Vargas.
“La aerolínea
Lamia le echó la culpa al piloto por la tragedia de Chapecoense”(Vargas
Gamboa), o “Director de
Lamia cuestionó accionar de piloto del avión del Chapecoense”(Rocha
Venegas), son tenores comunes en los titulares de la prensa nacional e internacional
que ambos jefes castrenses provocaron premeditadamente con su despiado ataque a
un hombre muerto. No sólo buscan “lavarse las manos”. Están cumpliendo órdenes
superiores que bajan desde el Ministerio de la Presidencia para enterrar el
caso junto al ataúd de Miguel Quiroga Murakami.
Con esa maniobra de manipulación informativa, típica
de una “operación sicológica” que aprendieron los militares bolivianos en la
Escuela de las Américas del Comando Sur, el chivo expiatorio estaba servido en
bandeja de plata. Todos apuntan a Quiroga Murakamy y él no ya puede defenderse.
Asunto resuelto, caso cerrado.
Gonzalo Vargas y Marco Rocha, militares vinculados a Quintana y
socios de Albacete, usaron al piloto Miguel Quiroga para lanzar el despegue
empresarial de Lamia en Bolivia; ahora lo acusan de ser único responsable de la
atroz tragedia. | Foto
archivo Sol de Pando
Sin embargo, la família del piloto pandino
escarnecido comienza a hablar. Dicen que Miguel Quiroga no era quien tomaba decisiones técnicas
ni administrativas en la trucha aerolínea. No tenía nungún cargo gerencial, a
diferencia de Rocha y Vargas que son gerentes, y entre ambos ya habrían
gerenciado varios vuelos anteriores con el combustible al límite, lo cual
también debería investigarse con los rigores periciales del caso.
No era la
primera vez que se forzaba a limite extremo la limitada autonomía de vuelo de
esa nave, arriesgando vidas humanas ajenas y las suyas propias. De hecho la
familia de los militares Vargas Gamboa y Rocha Venegas perdió uno de sus
integrantes, el capitán Rommel David Vacaflores Terrazas —cuñado del general
Vargas y del coronel Rocha— que iba como copiloto del capitán Miguel Quiroga en
ese viaje fatídico. Rommel David era a la vez tío de otro integrante de la
tripulación de Lamia, el capitán Marco Rocha Vacaflores.
Se sabe
asimismo que el general Vargas Gamboa, líder de este equipo, es padre del
director del Registro de Aeronáutica Civil, Gustavo Steven Vargas Villegas. Fue
en este entorno familiar ligado al Ministerio de la Presidencia de donde
salieron las influencias decisivas para que el Jet Avro RJ-85 de Lamia
despegara de Santa Cruz con una carga de combustible demasiado “exacta” sobre
la ruta a Medellín, sin ningún margen de previsión, forzando el itinerario y
violando las normas internacionales de aeronavegación.
Y eso no es todo. El general Gustavo Vargas que
piloteaba el avión oficial del presidente Hugo Banzer Suárez en los tiempos del
neoliberalismo, fines de los años 90, fue ratificado en esa función como piloto
de la nave presidencial de Evo Morales, gracias a las influencias de otro de
sus camaradas de armas, el ex mayor del Ejército Juan Ramón Quintana Taborga,
actual Ministro de la Presidencia de Bolivia. (Quintana es el encargado de la
seguridad personal del presidente Morales, quien —cometiendo su peor error
estratégico que le está costando ser un prisionero en el Palacio Quemado—
confió en este ex militar la organización de un aparato paralelo y clandestino
de Inteligencia, gracias a lo cual Quintana controla todos los mecanismos de
Seguridad del Estado, por encima del propio Ministerio de Gobierno).
¿Cómo y por qué llegó Lamia a Bolivia?
Ricardo Albacete, el fundador de Lamia, propietario del avión
RJ que se estrelló el 28 de noviembre. Alquilaba su nave a otra
“Lamia” creada ilegalmente en Bolivia, después de que su negocio
fracasara en Venezuela. Radica hoy en España. | Foto archivo Sol de Pando
Esta compañía
cuya sigla es inconfundiblemente venezolana, del Estado de Mérida, y no
representa en absoluto a Bolivia (“Línea Aérea Mérida Internacional de
Aeronavegación”), se convirtió de la noche a la mañana en una empresa
boliviana, prácticamente “trucha”, mediante una componenda de Quintana con sus
camaradas de la FAB —es decir el grupo del general Gustavo Vargas Gamboa— para
favorecer a los dueños reales y originales de Lamia: el conocido estafador
venezolano-español Ricardo Alberto Albacete Vidal y el narcotraficante chino
Sam Pa, cuyo nombre real es Xu Jinghua.
Lamia fue
creada el año 2009 con dinero proveniente del narcotráfico que Sam Pa entregó
al venezolano, su testaferro, para comprar inicialmente tres naves, una de las
cuales es la que se estrelló en Colombia. El proyecto original fue constituir
una gran aerolínea bandera del Estado de Mérida con una flota de 15 naves para
que recién pueda adquirir categoria de línea internacional, y con tal
perspectiva el gobierno de Hugo Chávez la respaldó abiertamente; aunque el
Estado Bolivariano sólo le había otorgado licencia para vuelos domésticos
integrando al Estado de Mérida con el resto del territorio venezolano. (Es
decir que la Lamia “original” no tenía licencia para operar internacionalmente
ni siquiera en su país de origen).
El año 2014 Xu
Jinghua, alias Sam Pa, fue denunciado por la Justicia Federal de Estados Unidos
como un mafioso de alto peligro por sus nexos con organizaciones de
narcotráfico y terrorismo, y en octubre del 2015 el gobierno de China lo
encarceló cumpliendo una resolución del Comité Anticorrupción del Partido
Comunista Chino. Entonces ya no había la plata para comprar los 15 aviones
prometidos por Albacete al Gobierno de Venezuela. Y para colmo las tres naves
inglesas con que Lamia había iniciado operaciones el año 2010 resultaron
inservibles. Con su socio en la cárcel, Albacete no tenía dinero ni para
reparar esas pequeñas naves que solo podían volar como taxis aéreos en rutas
cortas.
El éxito y el
futuro de Lamia dependían indisolublemente del mafioso chino, de quien Albacete
era simplemente uno de sus testaferros.
Este es Sam Pa, alias de Xu Jingua, vinculado
al narcotráfico, con cuyo dinero se compraron los tres aviones de Lamia que
ahora están en Bolivia. | Foto
archivo Sol de Pando
Hace 20 años
Xu Jingua (o Sam Pa) era un funcionario gubernamental con rango diplomático en
la República Popular de China, que tenía la misión —al mando de la
estatal “China Investment Fund” (CIF)— de abrir mercados y proyectos de
envergadura para posibilitar la expansión de empresas estatales chinas en
países de occidente, especialmente Europa y América Latina, además de África.
Sam Pa
aprovechó esa misión oficial para beneficio personal. Tomó control directo de
varias de aquellas empresas estatales, a muchas de ellas las condujo a la
quiebra para transformarlas en empresas mixtas de las que él mismo resultaba su
principal accionista, y entonces se erigió en un poderoso magnate, asociado a
otro turbio multimillonario, el húngaro George Soros, conocido manipulador
bursátil. Ambos, Sam Pa y George Soros, tienen a su merced bolsas de valores
como la de Vancouver, en Canadá.
Muchas de las
empresas creadas por Sam Pa realizan obras civiles de gran envergadura
como la construcción de hidroeléctricas, carreteras, infraestructura minera y
petrolera, estructuras portuarias y ferrocarrileras en países como Argentina,
Ecuador, Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua de Latinoamérica, así como en
Zimbawe, Angola, Camerún y Senegal de África, y Guinea, Tanzania y Madagascar
de la Oceanía.
Especialistas
del ámbito financiero estiman que es dueño de al menos 200 compañias
disseminadas en todo el mundo, muchas de ellas off shors asentadas en los paraísos fiscales de
Panamá, Bahamas e Islas Caimán. Tiene bajo su mando un ejército de
testaferros, entre ellos Ricardo Albacete.
En Latinaomérica, la más conocida compañía ligada a
los capitales de Sam Pa es, entre otras similares, Sinohydro Corporation, la
misma que opera en África con el nombre de Sino Zimbaye, país donde
también incursionó en la explotación de diamantes y tráfico de armas, sacándole
partida a la guerra africana. Por ello, Estados Unidos lo acusa de terrorismo.
En España es conocido como el “Onassis chino”. Allí
estableció un conglomerado naviero encabezado por China Sonangol International
Holding Ltd., estrechamente colaborado por Ricardo Albacete, a quien Sam Pa
ayudó financieramente con la creación de Lamia el 2009.
Resultó evidente que el dueño y fundador de Lamia era
un vulgar testaferro de este mafioso asiático. En una entrevista que se
difundió el año 2011, Albacete —sin imaginar que Xu Jinghua, alias Sam Pa,
sería encarcelado cuatro años después— se jactó de tener como socio financiero
en su aerolínea al sospechoso magnate chino. “Es una empresa de todos los ciudadanos de Mérida. Mi familia y yo tenemos el capital inicial, con ayuda de inversiones chinas.
Se trata de un inversor chino con mucho dinero. Ya hice negocios en China. Él
nos apoya un poco con esta operación. Se llama Sam Pa y también invierte en
Angola“, reveló el estafador venezolano-español.
Pero en el 2015, con su mentor chino tras las rejas,
Albacete quedó desprovisto de los capitales sucios que necesitaba para
desarrollar su ambicioso proyecto en Mérida. Además, según nos informa un
periodista y militante chavista desde Caracas, quien prefiere el anonimato,
Ricardo Albacete enfrenta varios juicios por estafas en Venezuela, incluso por
parte del Gobierno de Nicolás Maduro, razón por la cual, siendo gallego de
nacimiento, actualmente vive en España huyendo de sus acreedores.
Antes de fugar a España, Albacete convenció al
Ministro de la Presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana, “transformar” su
compañia creada en el Estado de Mérida —condenada irremediablemente a la quebra
tras la debacle del chino Sam Pa— en una aereolínea “boliviana”.
Un super Ministro que se apoderó del
“proceso de cambio”
El poder casi absoluto que Evo Morales delegó en su Ministro de la
Presidencia le dió a Quintana un control
político y administrativo que va más allá del área de Inteligencia y Seguridad.
Este ex mayor del Ejército es prácticamente dueño de todo el gabinete en el
Poder Ejecutivo, además del Ministerio Público (Fiscalía General del Estado) y
los aparatos armados (FF.AA. y Policía). Todos los ministros de Evo Morales
—con excepción aparente de los ministros de Gobierno Carlos Romero Bonifaz y de
Obras Públicas Milton Claros Hinojosa— le deben el cargo a Quintana.
El ejemplo más visible de esta dependencia
ministerial del quintanismo es el Ministerio de Comunicación, el favorito de
Quintana. Las dos últimas ministras de esta cartera, Amanda Dávila y Marianela
Paco, totalmente sometidas, no tomarían ninguna decisión sin consultar
previamente con Quintana, a quien le dicen “jefe”. Por ejemplo, es Quintana, y no la Ministra
de Comunicación, quien decide cuáles medios periodísticos pueden o no recibir
publicidad del Estado.
Otra cartera
ministerial sobre la cual Quintana ejerce un absoluto e irreductible control,
es el Ministerio de Defensa, desde donde el Ministro de la Presidencia ha
desarrollado intensos vínculos clientelares y prebendales con el ámbito militar
del cual él proviene. Es Quintana, por encima del Presidente del Estado, quien
determina cada año la Orden General de Destinos violando incluso la Ley
Orgánica de las Fuerzas Armadas, lo cual ha puesto a las FF.AA. del país bajo
sus pies. El ministro Juan Ramón Quintana es el único civil que detenta un
activo y peligroso mando de tropa en Bolivia.
Empezando por
ministros y viceministros, el personal jerárquico, técnico y operativo en los
demás ministerios estratégicos —como los de Energía e Hidrocarburos, de
Mineria, de Planeamiento y de Economía— fue designado por “recomendación” y
aval personal de Juan Ramón Quintana, atenido a su estrecha y privilegiada
relación con el Presidente. Su influencia subterránea no se limita a la
designación de cargos, abarca sobre todo la imposición de millonarios proyectos
y contratos en su gran parte lesivos a los intereses del Estado y de los cuales
el presidente Evo Morales no siempre toma conocimiento.
Esta sobredosis
de poder que enloqueció a Quintana le llevó a erigirse en el principal
estratega electoral y de proselitismo cotidiano que apunta a eternizar este
perverso esquema político —el quintanismo—, mediante re-elecciones ad infinitum, utilizando la
imagen y figura popular de Evo Morales como su caballo de troya para ganar
votos.
Como máximo jefe
de campaña en cada proceso electoral, Quintana recauda dinero extorsionando a
empresarios nacionales que se han visto obligados a someterse a sus designios o
de lo contrario caer en la ruina sufriendo represalias legales e impositivas; y
en ese mismo afán extorsivo con fines electorales Quintana no vacila en
vincularse con organizaciones mafiosas y tradicionales sectores corruptos de la
política boliviana, de ultra derecha, que ahora son fervientes militantes del partido
gobernante y que, a pesar de su habitual racismo, se declaran más “evistas” que
el mismo Presidente indígena siguiendo el discurso adulador e hipócrita de
Quintana. En los negocios turbios como en la política perversa, todo vale.
En ese contexto,
fue el ministro Juan Ramón Quintana el responsable directo dentro el Gobierno
para la llegada irregular de la empresa venezolana Lamia a Bolivia.
Los desbarajustes de Quintana en la
Dirección de Aeronáutica Civil
A fines del
año 2014, concretamente en noviembre, dos años antes de la tragedia del
Chapecoense, en Bolivia el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana
recibió en su despacho la visita del empresario venezolano Carlos Gill,
dueño de varias empresas de transporte y comunicación que operan en el país. El
nuevo “zar” del sistema privado de ferrocarriles bolivianos fue el encargado de
tender el puente entre el poderoso Ministro y Ricardo Albacete Vidal. En esa
reunión donde estuvieron Gill, Albacete y Quintana, se acordó salvar a Lamia
creando una “filial” en Bolivia que en los hechos sería una empresa fantasma.
Según una
fuente del Ministerio de la Presidencia que tomó contacto con Sol de Pando,
durante aquella reunión con Gill y Albacete, Quintana propuso la “brillante
idea” de ayudar al venezolano con una osadísima fórmula dolosa: se crearía una
empresa nominal en Bolivia, es decir “trucha”, sólo en papeles, manteniendo el
nombre de Lamia, la misma que alquilaría los aviones de Albacete para realizar
vuelos internacionales como única manera de garantizar un creciente flujo de
caja. De tal modo, Lamia-Bolivia es sólo un NIT (registro tributario) y nada
más que una sigla inscrita en Fundempresa. No tiene un sólo
avión en activos. El Ministro boliviano había asegurado que tenía “su gente”
para colaborar en ese turbio emprendimiento. (Cuando se refiere a “su gente”,
el Ministro de la Presidencia habla de personas, algunas de ellas buenas
gentes, que caen en sus redes debiéndole favores, juntos se enriquecerán
ilicitamente; pero si son descubiertos Quintana mismo los encarcelará en un
ritual de sacrifício humano necesario para alimentar su impunidad).
Luis Coimbra, el
director de la DGAC que fue apartado del cargo por negarse a autorizar a Lamia
realizar vuelos internacionales. Decía que Lamia sólo podia operar como taxi
aéreo cubriendo rutas internas. | Foto
archivo Sol de Pando
El 10 de
noviembre del 2014, el entonces Director General de Aeronáutica Civil (DGAC),
general José Luis Coimbra Busch, anunció oficialmente que Lamia había iniciado
el trámite para obtener el Certificado de Operación Aérea; pero, contradiciendo
a Quintana, se lo admitiría sólo como “pequeño operador” en Bolivia. El
ejecutivo de la DGAC precisó que dicha empresa venezolana, al igual que la
boliviana EcoJet, sólo podría operar dentro el territorio nacional como “taxi
aéreo”, de acuerdo al modelo y capacidad de las naves que Lamia comunicó tener
en su flota de tres naves charter. Eran del tipo RJ, Regional Jet, que
han sido diseñados solo para vuelos domésticos.
“Hay solicitudes pero
recién están en proceso de certificación, tenemos una extranjera y una
nacional. La extranjera es una venezolana, Lamia. Son pequeños operadores, como
taxis aéreos“, declaró Luis Coimbra a la agencia estatal de
noticias ABI. Según remarcaba el entonces Director de la DGAC, si se aprobaban
los trámites de Lamia y EcoJet, “las dos nuevas
aerolíneas tendrían que operar a pequeña escala y no en el transporte comercial
masivo de pasajeros, mucho menos en vuelos internacionales”.
Era lo que legalmente correspondia.
Sin embargo, Albacete le reclamó a Quintana por esa
restricción que anunció Luis Coimbra y el Ministro de la Presidencia presionó a
plan de telefonazos (es su estilo) logrando la renuncia del honesto servidor
público, a quien el Ministro le exigia además acelerar la aprobación para la
venezolana Lamia y postergar indefinidamente la solicitud de la boliviana
EcoJet, la cual según Quintana era una empresa “formada por derechistas y
pro-imperialistas” (en ese momento uno de los principales accionistas de EcoJet
era el capitán Miguel Quiroga Murakami, yerno del senador Roger Pinto, exilado
en el Brasil desde el 2013).
El 7 de julio
del 2015, el ministro de Obras Públicas Milton Claros posesionó a regañadientes
al general Virgilio Pereira, “recomendado” por Quintana para substituir al
general Luis Coimbra en la DGAC. |Foto archivo ABI
Finalmente
Luis Coimbra renunció a la DGAC en julio del 2015 y Quintana, entrando en roces
con su colega de Obras Públicas Milton Claros (el Ministro responsable del
área), impuso en el cargo al general de Virgilio Pereira Quiroga, quien será el
encargado de hacer cumplir lo acordado entre el estafador venezolano y el
Ministro de la Presidencia de Bolivia.
El ministro Claros posesionó a regañadientes al
“recomendado” por Quintana el 7 de julio del 2015. Pocas semanas después,
el 31 de julio, el nuevo director de la DGAC emite la Certificación Nro.
050-AOC-119-01-002 que autoriza a Lamia, con carácter de tiempo indefinido, “realizar servicios aéreos no regulares, doméstico e internacional de
transporte de pasajeros, carga y correo, según se define en las
especificaciones relativas a las Operaciones (OPSPECS) que se adjuntan, de
conformidad con su Manual de Operaciones, la Ley Nro. 2902 y la Reglamentación
Aeronáutica Boliviana (RAB), Partes 121/119”.
La Licencia de
Operaciones emitida el 13 de julio del 2015, con carácter de tiempo
indefinido, una semana después de la posesión del general Virgilio Pereira. | Foto archivo Sol de Pando
Esta licencia
para matar lleva la firma del general de Brigada Aérea Virgilio Edgar Pereira
Quiroga.
La única
nave que Lamia-Bolivia logró habilitar —de las tres que está obligada a
alquilar del estafador Albacete— podrá salir de los cielos bolivianos y
efectuar vuelos internacionales solamente estirando al máximo su
autonomía de vuelo y cargando a full su
combustible, con el riesgo latente e inminente de que la gasolina se les agote
en medio vuelo ante cualquier imprevisto, o explote en el aire por sobrecarga
en los tanques, dependiendo del azar.
De esa manera,
el ministro Juan Ramón Quintana puso en el aire una ruleta rusa voladora.
Para cerrar el
círculo, siguiendo las órdenes del Ministro mentor, Virgilio Pereira también
designó como Director de Registro Aeronáutico Nacional a Gustavo Steven Vargas
Villegas, hijo del general Gustavo Vargas Gamboa, el representante oficial de
Lamia en Bolivia, o sea el contacto directo con el “alquilador” Ricardo
Albacete Vidal. (Pocos meses después, el Ministerio de Transparencia denunció
al general Virgilio Pereira por uso indebido de bienes del Estado: utilizaba
vehículos y choferes de la DGAC para el transporte de su familia en asuntos
domésticos).
Tito Gandarillas, otra “ficha” de Quintana en
el poder militar de Bolivia. Asumió la Dirección de Aasana en diciembre del
2015 para avalar la ilegal instalación de Lamia en nuestro país. | Foto ABI
El siguiente
paso de Quintana era reforzar su control en Aasana, es decir la Administración
de Aeropuertos y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea, entidad que
también participa en la calificación de naves para la otorgación de licencias
de operación aeropuertuaria. Entonces impone en el cargo al general Tito Roger
Gandarillas Salazar, otro jefe castrense del entorno íntimo de Quintana,
posesionado en el cargo el 16 de diciembre del 2015.
Recordemos que
siendo Comandante de la FAB en septiembre del 2012, el general Tito Gandarillas
ordenó (sobrepasando la autoridad de la entonces Ministra de Defensa) el
desplazamiento de un avión de guerra carguero (el Hércules) a la zona de
Chaparina para secuestrar (“evacuar” dijo el militar) a los cientos de
dirigentes indígenas que encabezaban una multitudinaria marcha en defensa del
Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), en la Amazonia
boliviana, ante la amenaza de un proyecto carretero promovido por el mismo
Quintana para favorecer a la empresa constructora OAS del Brasil. Después de
esa acción represiva, Gandarillas ascendió al cargo máximo de Comandante en
Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, premiado por Quintana ya aquella vez.
Fue así cómo
el principal jefe de campaña del Referéndum Constitucional —celebrado el
21 de febrero de este reciente año—, Juan Ramón Quintana, aceleró y forzó
todos los trámites necearios para la consolidación de la “transferencia” de
Lamia a Bolivia antes del plebiscito, a fin de cobrar un cuantioso soborno que
Ricardo Albacete había oferecido como “contribución” para esa campaña electoral
ya en curso. Faltaba solamente el visto bueno de la Autoridad de Regulación y
Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT), ente regulador que
también cayó en sus manos.
El pasado 17 de noviembre Evo
Morales viajó en el peligroso avión de Lamia haciendo un vuelo promocional
que auspició el Ministro de la Presidencia. Así manipula Quintana al
Presidente. | Foto internet
Finalmente, el
13 de enero del 2016, exactamente un mes antes del Referéndum, la Autoridad de
Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT),
amparándose en un “informe legal” de su departamento jurídico, autorizó en
favor de Lamia prestar “servicios de transporte aéreo comercial de pasajeros,
carga y correo a nivel nacional e internacional como operador no regular hasta
el 30 de julio de 2020”.
Esta resolución ilegal lleva la firma del entonces Director Ejecutivo de la
ATT, César Carlos Borth Urquizo, quien ejerció el cargo entre junio del
2015 y agosto del 2016.
En sínteses,
quienes tienen que responder por haberse otorgado a Lamia una licencia para
matar, facilitándole en nombre del Estado Plurinacional de Bolivia —de manera
totalmente ilícita e irresponsable— una autorización indefinida para realizar
vuelos internacionales cuando las normas y la lógica indicaban que esos aviones
sólo podrían realizar vuelos locales con categoria de taxi aéreo, son, además
del ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana Taborga, el ex director de
la DGAC general de Brigada Aérea Virgilio Edgar Pereira Quiroga, el ex director
de Registro Aeronáutico Nacional Gustavo Steven Vargas Villegas, el ex
director de Aasana general de Brigada Aérea Tito Roger Gandarillas Salazar
y el ex Director de la ATT, César Carlos Borth Urquizo.
Asimismo, el
general de Brigada Aérea Gustavo Vargas Gamboa y el coronel de la FAB Marco
Antonio Rocha Venegas deben explicarle al país sobre el trato al que arribaron
con el estafador venezolano-español Alberto Ricardo Albacete Vidal para oficiar
como representantes y gerentes de Lamia en Bolivia.
Y, obviamente,
Ricardo Albacete tendría que ser extraditado para que nos explique por qué
diablos se lo ocurrió traer su basura área a Bolivia y cuánto le pagó a Juan
Ramón Quintana para cometer el criminal negocio.
Dentro la misma nave que se precipitó en el
vuelo del Chapecoense. Quintana ordenó al Gobernador del Beni contratar a Lamia
para vincular públicamente a esa empresa con el Gobierno de Evo Morales en el
afán de legitimar su criminal negociado. | Foto
internet
Después de
producirse la estremecedora tragedia del Chapecoense el pasado 28 de noviembre,
Evo Morales declaró, con una sinceridad de la cual no queremos dudar, que
desconocía la otorgación de aquella Licencia de Operaciones tan fuera de serie
en favor de Lamia. Según ABI, el presidente Morales “quedó sorprendido
cuando se enteró de la autorización que obtuvo Lamia en Bolivia, ya que en
otros casos similares, como por ejemplo el de la autorización a la empresa
EcoJet, fueron informados el Presidente, el Vicepresidente y el gabinete
ministerial”. No era
la primera vez que Quintana tomaba decisiones de esa magnitud al margen
del Presidente, abusando la confianza que Evo deposita ciegamente en su
Ministro favorito.
El pasado 17
de noviembre Quintana llevó a pasear a Evo en un vuelo de Lamia con fines
propagandísticos y para reforzar la imagen corporativa de la nueva aerolínea
“leal al proceso de cambio”, ordenando al Gobernador del Beni (“su gente”)
pagar ese costoso vuelo. Y Albacete se frotaba las manos en su escondite de
Galicia.
Miguel Quiroga:
¿de “palo blanco” a “chivo expiatorio”?
Resulta en apariencia inexplicable que un miembro
connotado de la familia del senador opositor Roger Pinto, exiliado en el Brasil
como una secuela de la masacre de Porvenir en Pando (tragedia promovida y
ejecutada personalmente por el ministro Quintana el 11 de septiembre del 2008),
termine paradógicamente siendo parte del esquema quintanista.
Miguel Quiroga Murakami, cuyo hijo mayor lleva el
nombre de su suegro, Roger, murió junto a las otras 70 víctimas letales en el
vuelo del Chapecoense con el estigma de haber sido “piloto y dueño de la nave”,
lo que agravó una condena póstuma a nivel internacional que lo exhibe, sobre
todo tras las declaraciones lanzadas desde Bolivia por sus “socios” Vargas y
Rocha, como el único y directo responsable de la tragedia.
¿Pero cómo fue que el opositor Miguel Quiroga, yerno y
correligionario de Roger Pinto, terminó sirviendo a esta empresa “chavista” y
quintanista como un socio activo? Aún se desconocen detalles relevantes sobre la constitución y el
paquete accionario de esta empresa en Bolivia, corresponde al Ministerio de
Transparencia esclarecerlo (aunque queda claro que al poseer pequeñas oficinas
en Santa Cruz y Cochabamba y un personal reducido de apenas 14 personas,
contando al piloto, copiloto y demás tripulación dirigidos administrativamente
por el general Gustavo Vargas, su capacidad de gestión operativa es mínima
frente a la envergadura del servicio prestado con un avión alquilado para
cubrir rutas internacionales).
Sol de Pando
entró en contacto con allegados de la familia Quiroga Pinto en Cobija y todos
coinciden que el capitán Miguel Quiroga habría sido engañado y estafado por el
grupo del general Vargas Gamboa, en especial por el concuñado de éste, el
coronel Marco Antonio Rocha Venegas, responsable de confeccionar planes de
vuelo e itinerarios.
“El Marco Antonio Rocha inicialmente le
propuso fusionar EcoJet con Lamia; pero los demás ejecutivos de EcoJet
descartaron esa idea al constatar que Lamia era una empresa venezolana
vinculada al chavismo, consideraban que sería una alianza muy conflictiva y
arriesgada”.
Obtuvimos un testimonio que merece ser conocido in extensopor nuestros lectores:
“El Micky y Marco
Antonio Rocha eran muy amigos, se conocieron en el Colegio Militar de
Aviación y trabajaron juntos en el TAM mucho tiempo”
—dice la fuente. Según esta versión, Miguel Quiroga había participado en la
creación de la empresa EcoJet, pero el Gobierno puso trabas a ese proyecto para
su despegue definitivo. “Eso lo tenía muy
apenado y frustrado al Micky, porque con EcoJet habían muchas incertidumbres y
él necesitaba mantener a su familia, su tercera criatura nació hace pocos meses”.
Fue entonces que el coronel Marco Antonio Rocha, su
amigo y colega de muchos años, le hizo la oferta fatídica: que abandone EcoJet
y se sume a Lamia.
“El Marco
Antonio Rocha le decía al Micky que no sea tonto, que no siga los pasos de su suegro, que
piense en sus hijos, además debido a las influencias de alto nivel en el
Gobierno por parte de su cuñado Gustavo Vargas, y con el apoyo internacional de
ese venezolano Albacete que había ofrecido comprar una flota de tres jets
nuevos, el proyecto de Lamia tenía mercado asegurado y el crecimiento de la
empresa le pondría al nivel del LAB, de Aerosur o de BoA. Le dijo también que ya tenían amarres con la Comenbol para ser
transportadores oficiales de la Copa Sudamericana de Fútbol y eso terminó por
convencerle ya que EcoJet no podría tener esas oportunidades…”.
“El Marco Antonio Rocha
inicialmente le propuso fusionar EcoJet con Lamia; pero los demás ejecutivos de
EcoJet descartaron esa idea al constatar que Lamia era una empresa venezolana
vinculada al chavismo, consideraban que sería una alianza muy conflictiva
y arriesgada”. Pero
Rocha insitía y finalmente le propuso a Miguel Quiroga entrar a Lamia como
socio, lo que le garantizaría un buen margen de ingresos. “A un principio el
Micky vaciló mucho, no dejaba de mostrar sus reparos en trabajar para una
compañía vinculada a un régimen, el chavismo, del que no es ni nunca sería
partidardario. Él estaba aún muy molesto y dolido con la injusta situación de
su suegro, tanto así que cuando Roger Pinto se exilió en el Brasil, el Micky
abandonó Cobija donde moraba con su esposa y sus hijos para radicar en
Epitaciolandia, al otro lado de la frontera, y así estar más cerca a su suegro”, revela la fuente allegada.
Es ahí donde
se pone en marcha el consabido método extorsivo de Quintana que podría
resumirse de este modo: “Si te sumas a mí y haces lo que te ordeno, te harás rico y
tendrás muchos privilegios, tendrás buen vivir; pero si te opones y te me
desmarcas, perecerás y tu família sufrirá; haré caer sobre tí todo mi escarnio”. Con ese método el quintanismo se
rodeó de lo más granado de la derecha boliviana. Cada vez que sus enemigos
políticos se doblegan y terminan trabajando para él, Quintana —patético y
patológico— se cree un Mariscal.
Miguel Quiroga Murakami, cadete en el Colegio
Militar de Aviación. Siendo un exitoso piloto comercial en el TAM, abandonó la
vida castrense con el sueño de tener su propia compañía de aeronavegación
civil. | Foto archivo Sol de
Pando
“El Marco
Antonio Rocha le decía al Micky que
no sea tonto, que no siga los pasos de su suegro, que piense en sus hijos,
además debido a las influencias de alto nivel en el Gobierno por parte de su
concuñado Gustavo Vargas, y con el apoyo internacional de ese venezolano
Albacete que había ofrecido comprar una flota de tres jets nuevos, el proyecto
de Lamia tenía mercado asegurado y el crecimiento de la empresa le pondría al
nivel del LAB, de Aerosur o de BoA. Le dijo también que ya tenían amarres con
la Comenbol para ser transportadores oficiales de la Copa Sudamericana de
Fútbol y eso terminó por convencerle ya que EcoJet no podría tener esas
oportunidades”.
En el entorno
familiar de Miguel Quiroga se pone de relieve que él, a pesar de figurar como
accionista de la empresa, no tenía ninguna capacidad de decidir. “El Micky era sólo el
piloto, las decisiones administrativas, y financeiras estaban en manos del
Gustavo Vargas como Director General y del Marco Rocha como Jefe de
Operaciones; el Micky no tenía ningún cargo ejecutivo ni gerencial”.
Según el testimonio, pronto Quiroga descubrió que todo
lo ofrecido por sus camaradas de la FAB no era realmente factible. “Antes del accidente ya hubieron desaveniencias entre el Micky y Gustavo
Vargas que imponía demasiadas restricciones tanto en la planificación como en
el desarrollo normal de las actividades de la aerolínea. No fue el Micky quien
decidió hacer el último vuelo con el combustible demasiado apretado a la
distancia y al tempo de vuelo, fue Vargas el que le obligó a correr ese riesgo.
Y no era la primera vez. El mismo Marco Antonio Rocha piloteó uno de los viajes
dentro el Sudamericano estirando a full el combustible. Tienen que investigar
todo eso. La mala suerte del Micky es que esa noche la torre de control no le
permitió atrerizar a tiempo y en ese lapso en el que dieron prioridad a otro
avión, se le acabó el combustible faltando muy pocos minutos para llegar al
aeropuerto de Rio Negro”.
Pero, en rigor, el letal riesgo en sí mismo nació
cuando el Ministro de la Presidencia hizo posible que la estafa llegara de
Venezuela a Bolivia violando las leyes nacionales, para proteger los turbios
intereses de Albacete y Sam Pa, los dueños reales de Lamia y sus tres aviones de
mala muerte.
ACUSACIÓN FORMAL
Yo, Wilson Franz García Mérida,
periodista boliviano desterrado en el Brasil desde hace más de seis meses a
causa de un supuesto delito de sedición (instigación al alzamiento armado) que
jamás cometí, y por lo cual tengo orden fiscal de encarcelamiento en mi país,
acuso con toda convicción al Ministro de la Presidencia de Bolivia, Juan Ramón
Quintana Taborga —cómplice indiscutible del estafador venezolano Ricardo
Albacete y del mafioso chino Sam Pa, dueños reales de Lamia— de ser el
principal responsable de aquella tragedia que estremeció al mundo y enlutó
injustamente a nuestro pueblo latinoamericano.
Este hombre es un asesino. El
poder lo ha enloquecido.
Pido a los organismos
internacionales competentes investiguen a fondo las circunstancias bajo las
cuales la empresa venezolana denominada “Línea Aérea Mérida Internacional de
Aeronavegación” (Lamia) logró establecer una filial fantasma en Bolivia para
alquilar sus inservibles naves.
Pido también que el Ministro de la
Presidencia de Bolivia sea convocado a comparecer ante estos organismos
internacionales para aclarar o deslindar su grado de participación en los
trámites administrativos y procedimentos técnicos que, a causa de sus
irracionales y autoritarias decisiones políticas, posibilitaron una irregular
actividad aeronáutica en Bolivia que derivó en la descomunal tragedia del 28 de
noviembre.
Rio Branco, 3 de diciembre, 2016
Quintana y sus
microgolpes de Estado
“JR”
Quintana —que sirvió como asesor presidencial en el Gobierno del ex dictador Hugo Banzer Suárez— detenta hoy más
poder que el presidente Evo Morales y el vicepresidente García Linera juntos,
elegidos constitucionalmente por el voto popular. Cuando fue
militar activo, Quintana se especializó siendo alumno de las Escuela de las
Américas en tareas de infiltración y contra-información.
Esa pericia militar le ha permitido desarrollar una
gradual “guerra de posiciones” al interior del gobierno de Evo Morales mediante
una serie de micro-golpes de Estado, induciendo conflictos sociales y
manipulando la información (ello explica su obsesión por controlar a la prensa
y convertir a los periodistas en sumisos soldaditos bajo su mando) hasta
niveles extremos como en la matanza de Porvenir, la represión de Chaparina, los
conflitos cocaleros en Apolo, la ruptura con los mineros cooperativistas,
motines policiales y militares, etcétera, que terminan debilitando la gestión y
la imagen de Evo Morales, pero fortalecen personal y políticamente al Ministro
de la Presidencia, para quien toda solución final “eficaz” pasa por la
militarización del conflicto.
Tras cada conflicto que induce a extremos de letal
gravedad, Quintana sale más fortalecido. Y si en este proceso de deterioro
inducido el país llegara a sufrir una crisis irresoluble de ingobernabilidad y
se alejara para siempre la posibilidad de la re-elección, la inminente salida
sería un golpe o autogolpe de Estado encabezado por el mismo Quintana. Tal su
objetivo final.
No es casual que tras cada conflito social que estalla
en Bolivia, Evo Morales intuye que en el transfondo de esos disturbios hay un
gople de Estado. Por ejemplo durante el último conflicto librado con los
cooperativistas mineros, en agosto, el Presidente declaró “Otra vez, el gobierno nacional derrotó un golpe de Estado. De eso estoy
convencido“. Mas de lo que también debería convecerse nuestro
principal gobernante es que tales golpes se los propina desde adentro su mimado
Ministro de la Presidencia.